"¡Tengo sed!"
Pienso en las calles del casco antiguo con las fuentes en las fachadas, las piletas en curva.
Recuerdo a mi padre refrescarnos la frente y nuca en días calurosos de
verano. Sólo desde la distancia y la nostalgia de mi niñez pienso en esas
fuentes que salpicaban las calles de los pueblos, que daban vida con la música
de su chorro al caer.
Al
volver por esas calles, muchas de esas fuentes en ruinas me evocan aquel
esplendor que mantengo en la memoria, otras me asombran al verlas en tan buen
estado, pero ni una sola gota sale de ellas.
Sigo
mi paseo y descubro una en un rincón, espero la misma suerte, pero al abrirla
un chorrito tímido con su atropello al salir moja mi mano, la abro del todo y
cuando el frescor inunda la fuente acerco mis labios para refrescarme y beber.
¡Hace
calor!
Da de comer al hambriento y de beber al sediento. En la montaña se come sin hambre y se bebe sin sed. Sed de amor y justicia. El agua es vida.
ResponderEliminartouché, JM!
Eliminar¡Exacto! A mi personalmente, me da la vida.
Eliminarme ha encantado, M.A.!!
ResponderEliminar¡Gracias! D.
EliminarHace mocho calor y el agua es un bien que no apreciamos en su justa medida.
ResponderEliminarPorque nunca nos ha faltado.
Por ahora...
Nos quedan esas fuentes recordándonos que no siempre fue así.
Muchas veces nuestro futuro depende de ese pasado cercano, del que tanto hay que aprender.
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