"La señorita Crutch"
Nos
cogíamos al pasear, ella me rodeaba el brazo.
Pasado
un tiempo, mis amigos decían que no era el mismo, querían que la dejara. Me resistía.
Un
día tomé la decisión. En uno de los paseos, nos detuvimos delante del edificio
y con valentía entramos. Iba unos centímetros por delante, yo la seguía firme.
La dejé allí, apoyada en la pared.
Me
di la vuelta al salir, quería verla por última vez, y leí: “MULETAS
DEVOLUCIÓN”.
"Muletas devolución ": Buenísimo final. No me extraña que se resistiera a abandonarla ¡hay que ver lo que cuesta andar sola...!
ResponderEliminar¡Gracias!
EliminarEn efecto, empezar a andar sola, ¡es complicado!
mae mia ... qué final!
ResponderEliminarEs el «trampantojo» de la literatura, te imaginas una historia que en realidad es ficticia 😉
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