La Magia en Cien

                                                                                                              Ilustración de joylaforme Feliz Navidad, Bon Nadal, Bo Nadal, Eguberri on, Joyeux Noël, Merry Christmas, Frohe Weihnachten, Buon Natale,  Felicem Natalem Christi, Merikurisumasu, Eid Milad Majid, Vesela Koleda, Shèngdàn Jié Kuàilè, Veselé Vianoce , Mele Kalikimaka’, Navidadpi Kusikuy, God Jul, Sretan Bozic, Khirisimasi Yabwino, Glaedelig Jul, Felican Kristnaskon, Hyvää Joulua, Krismas Subhasayagalu, Gëzuar Krishtlindjet, Jabulela Ukhisimusi, Milad Bayraminiz Mübarek, Selamat Natal, Krismasi Njema, ZKaliadami, Pyawshwinsaw HKarahchcamaat Hpyitparhcay,  Krismasi Njema , Nollaig Chridheil, Häid Jo...

  Me miré al espejo y sentí… ¿Qué sentís vosotros ante un espejo? ¿Miedo? ¿Seguridad? ¿Orgullo? ¿Dudas?... ¿Qué tiene el espejo que me atrae? Que nos atrae… ¿El reflejo?, ese ser igual o no, a veces deformado, real casi siempre… Cuenta la leyenda que los vampiros no se reflejan en él. Conocéis a alguien que no se haya mirado nunca en un espejo… o jugado a enfrentar dos de ellos y ver nuestra imagen reflejada cada vez más diminuta hasta llegar al infinito. ¿Se llega al infinito? ¡Sonríe!, sin ninguna duda somos la persona que nos mira, el tipo del espejo. El espejo

    Me miré en el espejo y sentí miedo. Miedo del paso del tiempo en mi piel, miedo de no conocer a quién me miraba, miedo de saber si soy yo realmente o es un sueño. Tantos días recluido, que ni el tacto de mi cara me mantenía vivo el recuerdo de mi rostro. Trataba de escrutar la mirada que esos ojos me devolvían. ¿Quién eres? ¡Piensa! Ni mis labios articulaban las palabras, ni mi voz se hacía eco de mis pensamientos. Me miré en el espejo y sentí miedo de no saber si con el tiempo, me encontraría de nuevo. liberación Sonata Claro de Luna. Ludwing van Beethoven

  Me miré en el espejo y sentí miedo. Me acerqué un poco más hasta verme borrosa. ¿Desde cuándo tenía tantas arruguitas en mi piel? Añadí a la luz del camerino los focos del espejo que daban una luz blanca radiante, la que usaban para los maquillajes especiales, aquellos en los que la purpurina y las pestañas postizas debían de estar insultantes. Cuando los ojos trasmiten con el parpadeo, la sensualidad de las caderas al iniciar el baile en la barra del escenario. Efectivamente, allí estaba. Tendría que utilizar ese maquillaje de las strippers y que yo no sabía cómo usar.    

  Me miré en el espejo y sentí miedo. Sujetaba en mi mano el cuchillo ensangrentado. Allí estaba tumbado en el suelo entre un charco de sangre, boca abajo. Sin soltarlo, le di la vuelta con un puntapié para asegurarme de que estaba muerto. No sé si oí un balbuceo o era el rumor de los vecinos que, alarmados por los gritos, se asomaban al patio. Eché un vistazo a través de la ventana y todo estaba en orden. ¿Por qué tuvo que colarse, por la ventana de la cocina, en casa y apuntarme con una pistola de juguete? ¿¡Por qué!?